MUFACE, sin demagogia

Comunicado del grupo de trabajo de Servicios Públicos y de la Secretaría de Acción Social y Cultura de CNT Madrid.

En primer lugar, nos gustaría aclarar algunos conceptos en relación con la Mutualidad de Funcionarios Civiles de la Administración del Estado (MUFACE desde 1975). De qué se trata, de qué prestaciones es responsable y qué supondría su eliminación, por ejemplo, frente a datos e informaciones parciales que se han vertido en los medios recientemente.

MUFACE es un organismo autónomo del Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública, Secretaría de Estado de Función Pública. En plantilla sólo tiene 716 personas en todo el Estado.

Supone una mutualidad de afiliación obligatoria para trabajadoras de algunos sectores cuando acceden a la función pública, como educación, administración del Estado, etc. No es la única mutualidad similar, también existe el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), la Mutualidad General Judicial (MUGEJU)… pero interesadamente sólo se habla de MUFACE.

A pesar de la transferencia de competencias a las comunidades autónomas el esquema no ha cambiado: el Estado funciona como patrón de estas trabajadoras. Una situación peculiar, pues este empleador es quien hace las leyes también.

En MUFACE, aproximadamente, la trabajadora pone 19%, el Estado-empleador, el 77% y la subvención, un 3,4%. En 2024 afectaba a 1.531.701 personas, de las cuales, 1.103.292 eran titulares y 434.409 beneficiarias. De ellas, el colectivo mayor es el de docentes de la enseñanza pública, con un 65% del total, cerca del millón, de las cuales, la mayoría, entre el 60% y el 70% son mujeres.

¿Qué cubre MUFACE?

Por un lado, están las prestaciones sanitarias (asistencia sanitaria y farmacéutica, ésta de copago invariable activo-pensionista, representa el 83% de gasto de MUFACE) y, por otro lado, las prestaciones sociales (el 17% restante: subsidio por incapacidad temporal y riesgo embarazo, lactancia natural, indemnización por lesiones permanentes no invalidantes, prestación económica por gran invalidez, ayudas económicas dentales, oculares y ortoprotésicas).

Prestaciones sanitarias y farmaceúticas

Como MUFACE no tiene recursos sanitarios propios, tiene que hacer conciertos. Por un lado, con el Sistema Nacional de Salud (SNS) y, por otro lado, con entidades privadas. Además se atiende a las empleadas públicas destinadas en el extranjero.

Y ahí es donde aparece el principal foco de desinformación y demagogia. El único «privilegio» que tiene la mutualista de MUFACE es que puede elegir si su asistencia sanitaria la recibe del SNS o de una entidad privada. Para CNT esa elección sobra, la asistencia sanitaria de las mutualistas tendría que prestarla sólo la sanidad pública. Para CNT la mejor asistencia sanitaria es la pública, por lo que el privilegio no es utilizar la sanidad privada, que consideramos peor, sino la posibilidad de elección, que debería ser eliminada.

Instamos a que todas las mutualistas elijan la pública, si no la tienen ya, y, en concreto, la afiliación debe ser coherente con este planteamiento y no cooperar con este mecanismo más de privatización de la sanidad pública, de beneficio a entidades privadas con recursos del Estado, de los que no sólo se benefician las entidades privadas directas, sino también terceras.

No es CNT la única que lo piensa, pues el porcentaje de mutualistas que eligen la pública no deja de crecer, actualmente es de medio millón.

El concierto con las entidades privadas chantajistas cuesta dinero (además de que no solo chantajean con el dinero del concierto, sino que se sospecha que hay selección de riesgos, al menos, en oncología: un estudio de la Universidad de Las Palmas apunta en ese sentido), pero el concierto con el SNS tampoco es gratis. En este error cae el mismo Ministerio de Sanidad en su informe de noviembre 2024, en el que no se especifica lo que MUFACE pone en el SNS por el medio millón de trabajadoras que ya están ahí. Es como si el paso del millón restante fuese a coste cero. Vaya nivel.

En cuanto al copago farmaceútico, la trabajadora mutualista paga durante toda su vida -en activo o pensionista- el 30%, a diferencia del resto de trabajadoras que pagan más en activo y menos como pensionistas (que es, generalmente, la etapa vital en la que más fármacos se prescriben).

Ahí tenemos al ministro responsable de Función Pública que, con brocha gorda, sin dar ni una sola cifra, justifica eso. Y no se nos olvide que los accidentes laborales de estas trabajadoras entran en estas prestaciones sanitarias.

Prestaciones sociales

¿Nos parece mal que las empresas privadas o públicas den prestaciones sociales o salarios en especie a sus trabajadoras? Por ejemplo, ayuda al transporte, a la comida, gafas, prótesis, estudios, libros, etc., …fruto o no de la negociación colectiva. ¿A que no?

¿Nos parece mal que el patrón-Estado pague algo -a través de MUFACE- del subsidio por incapacidad temporal y riesgo embarazo, lactancia natural, indemnización por lesiones permanentes no invalidantes, prestación económica por gran invalidez, ayudas económicas dentales, oculares y ortoprotésicas muy básicas y restringidas? Es algo con lo que debería contar cualquier trabajadora.

En segundo lugar, nos gustaría enumerar algunos puntos que consideramos esenciales a la hora de valorar el tema de MUFACE en profundidad, para poder superar la demagogia y falacias que circulan a este respecto:

  • MUFACE no se elige, no es un privilegio, es una imposición a un millón y medio de personas.
  • Una cosa es la asistencia sanitaria y otra cosa es MUFACE.
  • La asistencia sanitaria de MUFACE debe hacerse sólo a través del SNS, sin opción privada.
  • Se debe informar cuál es el coste por mutualista en las entidades privadas y en el SNS, sólo así sabremos la diferencia económica en una transición.
  • Se debe comparar el coste farmacéutico por trabajadora en activo, mutualista o no. Y de pensionista, mutualista o no. Sin esa comparativa, lo que dicen los ministros no son más que juicios de valor de brocha gorda.

A quien defiende la desaparición de MUFACE le preguntaríamos:

  • ¿Quién se hará cargo de los accidentes laborales y enfermedades profesionales de estas trabajadoras? Porque una situación bastante probable sería que se aprovechara este escenario para eliminar a las trabajadoras del circuito público y derivarlas a mutuas privadas como MAPFRE, lo cual fomentaría todavía más los mecanismos de privatización.
  • ¿Qué pasará con las prestaciones de lactancia natural, riesgo de embarazo y demás prestaciones sociales? Eso no está en la cartera del SNS.
  • Si se pasa toda la asistencia sanitaria de MUFACE a la sanidad pública, ¿se garantiza que no se les va a enviar a entidades privadas como Quirón? Porque no tendría ninguna gracia. ¿Tendrán una espera mínima en Atención Primaria y razonable en derivaciones a especializada?
  • ¿El copago farmacéutico será como en el Régimen General de la Seguridad Social, en activo y en pensionistas?
  • ¿Cómo afectará a las pensiones de clases pasivas?

No estamos en contra de que el funcionariado tenga determinadas prestaciones sociales, lo que demandamos es esas prestaciones sean comunes a toda la clase trabajadora mediante el Sistema Nacional de Salud.

La deliberada mala gestión de la sanidad pública, unida a la falta de un planteamiento comunitario, inclina a usuarias y profesionales a un enfoque individualista y fragmentario con demandas innecesarias que son negocio para las privadas, cuyo remate son las enormes listas de espera que echan a la gente en brazos de estas sanguijuelas.

Mientras que a las entidades privadas les interesa hacer multitud de pruebas e intervenciones, aunque no sean necesarias (se llevan la mordida), la sanidad pública -que no tiene esos incentivos- podría concentrarse en mejorar la salud mediante un enfoque comunitario y sistémico, donde se incorporara la perspectiva de los determinantes socioeconómicos de la salud. Pero no será con estos gobernantes, desde luego.

Como muestra, la poco fiable ministra Mónica García, que pasó de luchar contra la privatización a expresar su «mucho respeto» por el «negocio» de la sanidad privada, afirmando que la alianza público-privada es como la mezcla eficaz «de paracetamol e ibuprofeno».

Compañeras, estemos atentas, porque hay mucha tela que cortar.

Del Grupo de Trabajo de Servicios Públicos de CNT Madrid

Secretaría de Acción Social y Cultura de CNT Madrid

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