Comunicado de CNT Madrid sobre la AIT y la titularidad de los locales de Tirso de Molina

En los últimos años se han producido hechos y afirmaciones que obligan a CNT Madrid a explicar con serenidad, pero con firmeza, cuál es la situación real en torno a la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores) y a los locales de Tirso de Molina. Si no lo hemos hecho antes ha sido porque todo nuestro interés, tiempo y esfuerzo está dedicado a impulsar la organización y sus objetivos, mejorando las condiciones materiales e intelectuales de lo único que nos importa: la clase trabajadora.

En primer lugar, queremos indicar una cuestión esencial, una afirmación incontestable sobre la cual descansa el resto de los puntos que trataremos en este texto: la Confederación Nacional del Trabajo no tiene ninguna clase de relación con la AIT desde diciembre del año 2016, momento en que la CNT quedó desvinculada de dicha internacional. Cualquier otra organización española integrada como sección en la internacional AIT no pertenece a la Confederación y no está legitimada para presentarse como CNT ni para emplear nuestras siglas o recursos. Esta defensa de la identidad confederal no es nueva ni se basa en ningún registro novedoso de las siglas como «marca»: ya en los años 80 hubo que plantear una batalla parecida para sostener las siglas frente a la CGT o Solidaridad Obrera, algo que logramos como es evidente. Hoy reiteramos, con la misma contundencia, que CNT solo hay una, y está integrada en la internacional CIT (Confederación Internacional del Trabajo).

Y, ¿de dónde sale la sección de la AIT que usurpa nuestras siglas? La actual sección española de la AIT la componen personas y sindicatos que ya no pertenecen a la CNT, sobre todo por varios motivos ocurridos en su mayoría entre los años 2015 y 2018.

En primer lugar, tras un conflicto prolongado (sostenido por las diferencias en cuanto a cuestiones como el modelo de representación interna, cuotas, expulsión de las secciones alemana e italiana por la actual dirección de la AIT, etc) se produce una ruptura en el ámbito internacional que es la que dio pie al surgimiento de la CIT y a que la CNT decidiese, libre y soberanamente, adherirse a ella. Es decir, nos hemos comportado como estamos exigiendo que se comporten con nosotras. Desde entonces, la CNT está en la CIT y no en la AIT, y no hay una CNT-CIT y otra CNT-AIT.

Por otro lado, en el ámbito que nos ocupa, la antigua Federación Local de Madrid, tras una serie de incumplimientos graves de los acuerdos de la Confederación, es desfederada de la CNT mediante un acuerdo del Pleno Regional de octubre de 2018 por amparar conductas absolutamente deleznables contra las ideas, los acuerdos e incluso la convivencia. Fue entonces cuando se produjo la ocupación de los locales por parte de miembros expulsados de CNT, que trataron de agredir a las personas que hasta entonces se habían considerado sus compañeras para echarlas del local, amenazándolas, cambiando las cerraduras, quedándose indebidamente con sus pertenencias en el local e impidiendo el acceso desde aquel día al resto de la militancia.

Esta gente, unida a otras personas dispersas por todo el país que habían sido expulsadas desde hace años (algunas desde 2009) y a otras que abandonaron voluntariamente la CNT o dejaron de pagar las cuotas y desaparecieron, es lo que ha acabado conformando a día de hoy la sección española de la AIT que utiliza ilegítimamente y con mala fe nuestras siglas.

Pues bien, como organización anarcosindicalista, no podemos sino respetar que haya federaciones locales o personas que no estén conformes con lo acuerdos de la CNT y, del mismo modo, asumimos que estas personas son libres de organizarse y pasar a formar parte de la AIT, como es obvio. Sin embargo, una decisión así conlleva consecuencias inevitables como es que esas federaciones y/o personas deben dejar de identificarse con nuestras siglas y de utilizar nuestros recursos. También como organización anarcosindicalista, aceptamos la diferencia de criterios, pero rechazamos toda imposición. Sabemos, porque nos debemos a ello, que los acuerdos adoptados vinculan a toda la organización y sabemos que podemos discrepar y trabajar para modificarlos por los cauces orgánicos, que debemos debatirlos en asamblea de manera horizontal pero que, en ningún caso podemos imponerlos. En ningún caso cabe utilizar la fuerza bruta para que nuestra razón domine frente a la de las demás. Lo ocurrido en los locales de Tirso de Molina vulneró estos principios básicos y es algo que no podemos tolerar.

Los locales de Tirso de Molina, históricos del anarcosindicalismo madrileño, son propiedad de la CNT y siempre lo han sido, porque durante décadas se ha establecido en nuestros Congresos a quién pertenece el patrimonio y cómo debe usarse, y así lo hemos dejado registrado en nuestros estatutos. De ello se desprende una consecuencia legal y organizativa sencilla: quien no pertenece a CNT no puede utilizar nuestros locales ni ningún otro recurso de la Confederación.

Desde que ocurrieran estos hechos, desde la AIT se han difundido acusaciones falsas contra CNT de todo tipo. Quienes sostienen que «CNT recurre a la justicia burguesa» ocultan que fueron ellas quienes abrieron sucesivos frentes judiciales (civil y social), forzando a CNT a dedicar tiempo, energías y recursos a repeler esas iniciativas, e incluso a seguir compareciendo después de resoluciones favorables a CNT, como han sido todas las resoluciones judiciales que se han notificado hasta el momento. De hecho, recientemente hemos recibido un burofax anunciando un nuevo intento de activar la vía judicial por parte de personas que se identifican como la AIT. Con este serían cuatro los procedimientos judiciales abiertos por ellos contra nuestra organización con su correspondiente recorrido de recursos en todas las instancias judiciales.

Este arrastre a los tribunales supone un desgaste de energías y recursos económicos que algunas parecerían encantadas de dedicar a cruzadas absurdas en diferentes órdenes judiciales. Sin embargo, CNT necesita (y debe) dedicar su tiempo y su dinero a organizarse y defender los intereses de la clase trabajadora. Aun así, y pese a todos los intentos de imposición de su tesis por parte de la AIT, la CNT de Madrid ha crecido notablemente en afiliación desde que nos desvinculamos de determinadas dinámicas y personas hoy vinculadas a la AIT, que eran un lastre para el sindicalismo.

En definitiva, las personas que hoy ocupan los locales de Tirso de Molina dejaron de formar parte de la Confederación y, por tanto, no pueden usar nuestras siglas ni nuestros locales. Es así de sencillo. Pretender cualquier otra cosa, ya sea imponiéndose mediante la fuerza física o tratando de convencer a los tribunales, es pretender enmarañar una cuestión cristalina.

No se puede decir que no hayamos intentado todo lo que está en nuestra mano. Hace meses tuvimos la iniciativa de abrir una vía de diálogo intentando evitar la fuerza para resolver el conflicto, incluso mientras desde la AIT se nos insultaba buscando apoyo internacional inútil, pero la gente que se mantiene en Tirso de Molina demostró no tener ninguna prisa y sospechamos que ningún interés en resolver este asunto sin hacerse las víctimas. Sólo así se explica que después de semanas y semanas recibamos la tomadura de pelo que llaman «oferta».

La única carta que se está jugando es la de victimizarse. Lo hicieron cuando asaltaron los locales y pegaron a las compañeras y compañeros que estaban dentro, denunciando a continuación agresiones ante la policía; lo hicieron extendiendo el bulo de que nuestras demandas iban a meter en la cárcel a sus compañeros; lo han hecho acusándonos de usar los tribunales, algo que desde el principio del conflicto llevan haciendo ellos mismos con generosidad: además de la citada demanda por agresiones (acordando a continuación reconocer las suyas), demandaron en los tribunales su expulsión de la CNT, demandaron la titularidad de los locales pidiendo al juez un 6 de diciembre de 2021 medidas cautelares, y siguen a día de hoy poniendo demandas como la que nos acaba de llegar hace unas semanas. Ya no deben ser «burgueses».

Pero la última carta de esta victimización la jugarán el día que tengan que devolver los locales a quien pertenecen: la CNT. Porque nosotras también hemos estado décadas pagando esos locales a través de nuestras cuotas y, lo que es fundamental, hemos seguido perteneciendo a la organización para la que se compraron. Tras mentir también en esto en algunos escritos nos alegra ver que reconocen que el fondo de patrimonio Confederal (es decir, toda la CNT) puso decenas de miles de euros para no perderlos. Les falta reconocer que los acuerdos de Congreso, que desde hace décadas se adoptaron a través de un proceso asambleario, obliga a todos los miembros a poner la titularidad a nombre de toda la CNT, y que ellos aceptaron estos acuerdos mientras estuvieron afiliados. Nadie quiere recurrir al estado para resolver ningún conflicto y menos entre quienes nos adherimos al movimiento libertario. Por eso esperamos que se cierre de la mejor manera posible con un proceso de mediación honesta, pero tiene que quedar claro que no vamos a renunciar a la corrección de una injusticia.

Por todo lo anterior, esperamos y deseamos que cese el intento de descalificar a la CNT por parte de la AIT y que se ponga fin a los intentos reiterados de judicialización de este asunto. Si la sección española de la AIT quiere hacer sindicalismo, nos parece estupendo, pero deben hacerlo en su nombre y sin utilizar las siglas ni los locales de la CNT, siendo responsables así de sus propias acciones. Por nuestra parte, seguiremos dedicando todas nuestras fuerzas a lo que nos corresponde: organizarnos como clase trabajadora para defender y conquistar derechos practicando el anarcosindicalismo.

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