89 años de la muerte de Durruti

Hace 89 años, otro 20 de noviembre, nuestro compañero Buenaventura perdía la vida en la Batalla de Madrid. Había acudido junto con una buena parte de la Columna Durruti en auxilio del pueblo de Madrid y, junto con los compañeros de Mera, su esfuerzo heróico fue decisivo para impedir la entrada de los fascistas ya a las puertas de la ciudad

Rescatamos por ello un fragmento del artículo publicado en el periódico CNT el 20 de noviembre de 2011, en conmemoración del 75 aniversario de la muerte de Buenaventura Durruti (1896-1936) y que puedes consultar íntegro a través de este enlace. Buenaventura Durruti fue un compañero, un trabajador, un obrero. Un ejemplo que recordamos hoy y cada día. No nos dan miedo las ruinas.

Las palabras de Durruti eran poesía revolucionaria en acción, una poesía destinada a cambiar la vida y a transformar el mundo. Pero el 20 de noviembre de 1936 Durruti topó con la parca en la Ciudad Universitaria de Madrid, por tanto ahora se cumple 75 años de su muerte. Durruti murió de un disparo en pecho. Un disparo que todavía hoy se desconoce el fusil de donde salió la bala… Se ha hablado mucho de las sietes muertes de Durruti…, pero tal vez la muerte se produjo accidentalmente por la bala que salió de su propio naranjero. La muerte de Durruti, como el Aquiles de la tragedia griega, amplió aún más su condición de héroe. Durruti fue el héroe libertario por excelencia. Durruti fue ensalzado y convertido en leyenda por los milicianos de las columnas confederales que luchaban en el frente contra el fascismo y por los militantes anarcosindicalistas que, en la retaguardia, habían comenzado a construir la nueva sociedad bajo el prisma de la autogestión libertaria. El cuerpo sin vida de Durruti fue trasladado de Madrid a Barcelona y expuesto en el vestíbulo de la Casa CNT-FAI, en la Via Laietana que, aquel mismo día, se llamó Durruti. Su féretro fue cubierto con una bandera roja y negra… Su muerte generó muchas alabanzas, pero una gran parte de ellas eran falsas, pues muy pronto traicionaron las aspiraciones revolucionarias de Durruti.

La manifestación que generó su sepelio fue impresionante, pues cerca de un millón de personas ocuparon todas las arterias urbanas por donde pasó la comitiva camino del cementerio de Montjuïc. A la cabeza de la manifestación todas las bandera antifascistas habrían paso a los responsables políticos, sindicales y militares, entre ellos, Companys, Comorera, García Sandino, Pi i Sunyer, Garcia Oliver, Montseny, Peiró, Marianet, Puig Elias, Nin y, entre otros, el cónsul de la URSS Ovseenko. Todos los sindicatos de la CNT, las agrupaciones de la FAI, comités de las JJ. LL. y de las Mujeres Libres seguían la comitiva y detrás de ellos miles y miles de trabajadores. También se manifestaban con dolor y rabia clamando en sus pancartas de «venganza» los milicianos de la Columna Durruti, En definitiva, todo el pueblo se había echado a la calle para acompañar a Durruti en su último camino… Era la última manifestación unitaria del pueblo trabajador y antifascista, pronto se pondría en juicio la revolución y se iniciaría la lucha fratricida, y la contrarrevolución acabaría con las esperanzas emancipadoras del pueblo trabajador. Y los anhelos de transformación social se convertirían en historia… Aquel día gris y lluvioso de noviembre la manifestación popular que transcurría por la calles de Barcelona era rota tan solo por el trotar de los caballos de los milicianos de la FAI, del POUM y de la guardia urbana que rendían honores al luchador anarquista. Los motoristas de las patrullas de control habrían el paso… Entre la inmensa gente que acompañaba los restos de Durruti, dos bandas de música, a distinto ritmo, interpretaban Hijos del Pueblo. Durruti fue enterrado el día siguiente. El entierro fue una metáfora una especie de canto del cisne que auguraba que con Durruti se enterraba la revolución española.

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