Sobre la re-reforma laboral para el personal investigador
Un cántaro roto no puede arreglarse: la contratación temporal en investigación.
Hace unas semanas el gobierno publicó el nuevo decreto-ley que regula la situación del personal temporal en la universidad y la investigación. Os dejamos las conclusiones que sacamos de él y qué preguntas todavía quedan por resolver.
¿Qué es el Real Decreto-ley 8/2022?
Un parche a la reforma laboral, que no había tenido en cuenta la situación doblemente precaria de una buena parte del personal contratado por las universidades públicas. Doblemente precaria porque 1) está sometida a temporalidad y arbitrariedad y 2) ha sido sistemáticamente ignorada tanto por las disposiciones legales (EPIF) como por la última reforma laboral. Esto es ya costumbre en un gobierno que tiene la improvisación como norma y cuyo mayor gesto hacia el sector de la ciencia fue incluir a un astronauta en su consejo de ministros.
En términos concretos, añade un nuevo contrato para actividad científico-técnica, lo que en muchas universidades se conoce como Personal de Apoyo a la Investigación. Este contrato es indefinido y al finalizar se debe indemnizar.
¿A quién afecta?
Al personal contratado de forma temporal para la realización de proyectos. En gran parte, afecta a técnicas o investigadoras de apoyo. Este tipo de personal sufre una precariedad añadida a la propia de la investigación, al quedarse fuera de los convenios laborales PDI o PAS universitarios.
¿En qué nos beneficia este decreto?
Termina este periodo de incertidumbre en el que no se sabía qué iba a ser del personal temporal de la universidad. Se soluciona el vacío legal que a partir de la reforma laboral paralizaba por completo contrataciones de apoyo y la consecuente inseguridad jurídica de las personas con este tipo de contratación.
Aunque tener contrato indefinido y garantía de indemnización debería ser una ventaja, no deja de estar limitada por la escasa financiación que caracteriza al sector científico. Tampoco facilita el acceso a puestos de investigación más estables.
En cualquier caso, se demuestra la improvisación con la que actúa este gobierno pillando por sorpresa a los propios miembros del consejo de ministros. La clase trabajadora siempre paga esta forma de actuar de su gobierno, especialmente la más precarizada. Pero esta actitud no solo afecta a las universidades sino también a otros sectores como el de la figuración. Ante esta dejadez a la que nos acostumbran, solo queda la solidaridad de clase.
¿En qué nos perjudica?
El ministerio y las universidades públicas han perdido una oportunidad de oro para mejorar las condiciones de uno de los sectores más precarizados de la investigación. Se refleja la total indiferencia por las condiciones laborales de unas figuras contractuales ya de por sí invisibilizadas en la estructura estamental de la universidad.
¿Qué debe explicar el ministerio?
La reforma laboral tiene a priori algunas mejoras en nuestras condiciones laborales, pero nos preguntamos si realmente las disfrutaremos. Por mucho que el contrato esté tipificado como fijo, el contrato llegará necesariamente a su fin cuando termine el proyecto. Nos preguntamos si esa indemnización será suficiente para desincentivar el despido. Creemos que no. Además, esa indemnización tendrá que venir necesariamente del presupuesto del proyecto, el cual está fijo y de hecho no se diseñó con esta ley en mente. Podría suceder que el salario disminuya para que el proyecto pueda permitirse la posterior indemnización. Al final quedaremos en las mismas.
¿Habrá un aumento en los fondos para proyectos de investigación para que no paguemos con nuestro salario la política de gestos del gobierno? Viendo la hipocresía de este gobierno con el sector de la ciencia, es improbable. El aumento del presupuesto en ciencia se queda, como siempre, en un punto del programa político o en campañas de televisión para mostrar con gestos su «apoyo», pero nunca es materializado. Nos queda la organización si queremos mejorar nuestras condiciones, ¿quién hace que los proyectos, experimentos y publicaciones puedan llevarse a cabo?
¡No habrá ciencia sin las trabajadoras!